martes, 17 de febrero de 2009

El hombre proactivo; meet John Doe, parte 1

A raíz de unos apuntes de mi amigo blogger Alfonso sobre proactividad, citando a Stephen Covey, aquí va la primera entrega de las andanzas de John Doe, un hombre que un buen día decidió ser totalmente proactivo. Extraído de Homo Polítikos

De paso, hoy hago un experimento, a ver si gusta: para amenizar la lectura de mis textos, incluyo un vídeo musical (si no os gusta, simplemente quitáis el sonido :))



Al principio, John Doe era un hombre que dedicaba todo su tiempo a un trabajo que no le gustaba, para ganar un dinero que no necesitaba, para comprar cosas que no le gustaban, para impresionar a gente a la que despreciaba...

Esta situación duró bastantes años pero... gracias a una serie de acontecimientos externos e imprevistos, su vida cambió. Y esos cambios produjeron una serie de reflexiones de cierto interés (por lo menos, él pensó que tenían alguno).

Dejó de pagar impuestos el día que presentó en los juzgados de su ciudad de residencia una denuncia por que le habían robado unos papeles de mucho valor. La jueza rechazó la denuncia aduciendo que John tenía que presentar dichos papeles como muestra de que efectivamente eran suyos.

Nota: entre esos papeles figuraban los originales de su acreditación como PHD en economía, expendido por un organismo de EE.UU. de bastante prestigio (no era la Universidad de Yale, donde se graduó por ejemplo George W. Bush, pero algo es algo...). Con lo cual, el bueno de John no pudo colgar de la pared tan excelso diploma, lo cual le contrarió bastante.

Obviamente esta anécdota suena a chiste, pero esas cosas pasan. De no ser porque podría considerarse un delito el hacerlo público, el nombre de la jueza ha de permanecer en secreto.

Sin embargo, John se paró a pensar y cayó en la cuenta de que el sueldo de esa jueza estaba pagado con sus impuestos (por lo menos en parte), así que se enfadó y montó una empresa en un paraíso fiscal -se puede hacer hasta por Internet- y por los siglos de los siglos Hacienda no volvió a ver un duro de sus ingresos. El sueldo de esa jueza sería a partir de entonces sufragado por otros. Obviamente, la jueza ni se enteró, pero en su fuero interno John se sintió mejor. Además, de paso, había puesto en práctica alguna de las enseñanzas de Gandi acerca de la desobediencia civil.

Test de algoritmo de Google, Rosalía Rojo. 
http://rosaliarojo.blogspot.com/

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