Los que nos dedicamos al desarrollo de personas solemos pensar mucho en términos de metáforas.
En este caso, viendo los habituales tertulianos "debatiendo" a grito pelado en cualquier canal de televisión, de repente ante mis ojos, éstos se transformaron –metafóricamente, no es que hubiera yo abusado de psicotrópicos– en pepinos de mar –nombre real holoturia–.
Los tertulianos suelen conformar una población reducida, con fuertes tendencias intelectuales endogámicas, lo cual, de paso, genera los clásicos problemas derivados, que van desde la hemofilia -virtual- hasta el hipotiroidismo congénito –léase cretinismo, ya no tan virtual–. Pasan con pasmosa soltura de una tertulia económica en un canal conservador a una tertulia social en un canal progresista, o vice-versa, donde se siguen encontrando con sus habituales congéneres.
Pero dejen que les comente la metáfora, que tal vez no resulte tan obvia.
Los pepinos de mar son básicamente unos tubos con una entrada y una salida. Simplificando el proceso, y sin ahondar en detalles, por la entrada absorben agua sucia, y por la salida excretan agua sucia. Los pepinos de mar no sirven para absolutamente NADA, salvo para proporcionar material filmado para documentales sobre pepinos de mar, completando pues un proceso endógeno de magnífica y pasmosa circularidad.
Y es así como finalmente, los tertulianos y los pepinos de mar, seres a priori sin relación alguna, acaban compartiendo destino gracias al poder de la metáfora.
P.D. Aunque les parezca surrealista, los pepinos de mar tienen un mecanismo de defensa de lo más peculiar. En caso de sentirse atacados, vomitan sus órganos internos -como lo están leyendo- sobre el atacante, para que éste se entretenga devorando sus visceras y se olvide del pepino que se va alejando arrastrándose sobre la ponzoña que recubre el lecho marino mientras le vuelven a crecer los órganos. Lo dicho, algunas veces las metáforas tan rebuscadas NO lo son tanto :)
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