Estos días de vacaciones, con unos compañeros rememoraba un proyecto de coaching que llevé hace tres años y del que aprendí algunas cosas, que os trasmito hoy.
La empresa, una de las mayores multinacionales del mundo (en vuestras casas todos tenéis varios de sus productos, bajo alguna de sus distintas marcas). El problema que tenían era de “mal ambiente” tal como lo manifestaban los “surveys” que hacían cada año.
La dirección general internacional les instó –firmemente, bajo amenaza de castigo al CEO– a que hicieran “algo” para remediar el asunto, ya que para dicha multinacional, el “how” es casi tan importante como el “what”.
Inmediatamente, el Director de RR.HH. decidió meter a toda la junta directiva en un proceso de coaching personal. Acudió a un amigo mío, gran profesional del tema, que me delegó esa responsabilidad y allá fuimos. Enseguida se torció el tema, ya que por razones ajenas a todo este proceso, el Director de RR.HH. –con 20 años en la empresa– fue despedido por el nuevo CEO, con quien mantenía ya una relación muy tensa. Al mismo tiempo, el Director de formación se dio de baja por “enfermedad”.
Sin embargo seguimos adelante, contraviniendo a reglas básicas a la hora de iniciar un proceso de este tipo:
* Perdimos al interlocutor único que centralizaría todo el seguimiento del proceso, el SPOC (Single point of contact).
* Perdimos al interlocutor administrativo.
* El CEO insistió en seguir adelante, bajo la presión constante desde la casa matriz, presionando para conseguir resultados visibles cuanto antes.
* No confirmamos el compromiso personal de cada participante para con el proceso.
* No firmamos el “contrato” personal entre coachees y el coach, ni diseñamos qué indicadores ibamos a emplear para medir el progreso.
* Cuando vimos que la cosa no avanzaba con algunos de los coachees, seguimos adelante de todas formas, en lugar de simplemente cortar el proceso.
Resumiendo, avanzamos a trancas y barrancas, pensando que todo se encauzaría “naturalmente”, ya que el coaching parte de la mejor intención del mundo, que es ayudar al desarrollo de las personas. En definitiva, nos “olvidamos” que el coaching es ante todo un proceso muy definido, y que el no respetarlo acarrea consecuencias negativas.
Como mucho de lo que mal empieza, mal acaba, y ésta no fue ninguna excepción. La última factura quedó sin pagar, además de no aportar nada positivo a nuestra reputación; y hay que reconocerlo con humildad para no volver a repetir esos mismos errores. Pues eso ...
Frase del día
224. The only thing we learn from history is that we learn nothing from history.
Friedrich Hegel
Enhorabuena por el post José, a esto se le llama ser valiente. Creo que hay 2 clases de coach, los que se han equivocado y los que reconocen que en algún momento han metido la pata.
ResponderEliminarAhora nos deberías que contar alguna experiencia de éxito, que seguro que las tienes, de los aciertos también se aprende. Un abrazo.
Suscribo el reconocimiento expresado en el comentario anterior. Francamente, me "asustan" las personas que siempre tienen éxito y que nunca se equivocan.
ResponderEliminar¿Cuándo aprenden entonces? (considero que uno crece mucho más sacando conclusiones de sus errores que de sus éxitos).
Muchas gracias, Manuel e Iñaki, especialmente viniendo de "primus inter pares" :))
ResponderEliminarAhora tengo que pensar en algunos ejemplos de grandes éxitos -que suelen ser la abrumadora mayoría ;)- que no sean demasiado auto-bombo y que sin embargo nos puedan ser de utilidad a todos ... Confieso que de momento no me resulta tan fácil :(( pero seguiré en ello ...
bueno, por cierto tengo mi latín algo oxidado, entiendo que habría que decir "primii inter parii" o algo parecido, pero bueno, se entiende el mensaje :)
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