viernes, 26 de noviembre de 2010

Tiempos de crisis y razones para la esperanza - 2


Más razones para la esperanza. Esta semana en Ubrique, donde trabajé con otro grupo de jovenes empresarios con creatividad, iniciativa y tesón (todos los elementos para el éxito).

Como obsequio, unas vistas panorámicas de Ubrique, pueblo ubicado en un entorno maravilloso, aunque de difícil acceso, todo ha de ser dicho ...

Por cierto, por si a alguien le apeteciera saberlo -nunca se sabe- la famosa finca "Ambiciones" del más famoso de sus vecinos NO está en el municipio de Ubrique :)

jueves, 25 de noviembre de 2010

Tiempos de crisis y razones para la esperanza

 
La primera semana de Noviembre estuve trabajando con jovenes -y no tan jovenes- nuevos empresarios de la Bahía de Cádiz, provincia con la mayor tasa de paro. Pero a pesar de ello, los ánimos no decaen, y todo el mundo busca soluciones nuevas para enfrentarse al futuro.

En El Puerto de Santa María -un pequeño vídeo de la encantadora plaza del Ayuntamiento- en concreto pudimos trabajar sobre nuevos proyectos de todo tipo; y es que las crisis tienen por lo menos un aspecto positivo, y es que nos obligan a salir de nuestra "Zona de Confort".
Así que esta entrada es un pequeño homenaje a todos los Gaditanos, que además de luchar contra la crisis, consiguen luchar con éxito con todos los tópicos que les acompañan habitualmente :)

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Entender las necesidades del Otro. Para ganar-ganar


La semana pasada, di unas sesiones de formación a un grupo de jovenes futuros empresarios, una gente estupenda; y rememoré con ellos una anécdota personal sobre negociación y motivación.

Corría el año 1.991. La situación era la siguiente: en esa empresa (una de las mayores de España), Dirección y Sindicatos llevaban meses enzarzados en una “negociación” de la cual debía salir el nuevo convenio colectivo, en particular el incremento salarial para los años siguientes.

Simplificando, la Dirección proponía un 1,5% de aumento, cuando los sindicatos pedían 2,5%, y la situación se veía algo estancada. Esta pequeña diferencia en términos porcentuales puede parecer nimia, pero recordemos que estamos hablando de una de las mayores empresas del país, con una masa salarial muy consecuente. Es decir, que ese punto porcentual representaba una cantidad apreciable de millones.

En una reunión con los sindicatos y la dirección en la cual participé de casualidad, en un momento dado la situación se tensó bastante y la Dirección abandonó la sala, dejándome solo con el grupo de sindicalistas.

El líder me preguntó qué opinaba del asunto en plan conversación, y yo después de sopesar mi respuesta unos instantes, le dije que si por mí fuera, no daría ni una peseta de aumento.

Prueben a decir algo así en voz alta frente a un grupo de sindicalistas, en un ambiente agresivo y ya me contarán.

Obviamente, la reacción del líder y sus ayudantes fue inmediata y contundente. Pero antes de que me lincharan les pedí unos instantes para elaborar y justificar mi respuesta.

Después de un par de horas de una conversación tensa y difícil, me confesaron que efectivamente, el aumento por el cual luchaban era meramente una excusa para enfrentarse a la Dirección, y que el aumento que consiguieran no iba a afectar en nada su grado –o mejor dicho falta de— compromiso con la organización.

En definitiva, que la Dirección estaba “tirando” dinero, cuando el colectivo de trabajadores y empleados estaba demandando “otra cosa”.

El resultado final fue que partieron el pastel en dos (llegaron a un 2% de aumento), en un típico ejercicio de regateo, cosa muy distinta a un proceso de negociación. En efecto, ambas partes salieron insatisfechas por el acuerdo final. La parte que más perdió en el proceso fue la Dirección ya que “entregó dinero” a cambio de nada.

Aquí, según mi colega Rosalía Rojo, el modelo que nos puede ayudar es el “viejo” modelo de Maslow sobre niveles de motivación del ser humano.

Simplemente decir que la Dirección intentaba, algo muy habitual en grandes organizaciones, negociar sobre posiciones -el dinero-, en este caso en el nivel más bajo de la pirámide de Maslow, cuando el colectivo de empleados quería negociar sobre intereses -el reconocimiento-, 2 niveles por encima en la pirámide.